viernes, 18 de octubre de 2013

3. 'Pero hay mucho detrás de esos grandes ojos azules, sólo que ella no se da cuenta.'

Cuando acabaron las clases, a la una en punto, volvieron al camp. Andrea y Amanda se despidieron de los españoles antes de subir a la habitación para ducharse. En Barcelona hacía mucho calor ese mes y tenían que estar duchándose cada dos por tres.
Subieron en escaleras hasta la segunda planta y se pararon en frente de la puerta con un 209. Andrea sacó su llave de la mochila y abrió la puerta. Las rusas no habían subido aún, aunque los anteriores días sólo subían para dejar las mochilas y luego volvían abajo a comer.
-Ahora me ducho yo primero, pelirroja -dijo Andrea, dejando la mochila encima de la cama.
-Vale, pesada -le respondió Amanda, tirándole una bola de papel, a la vez que Andrea la esquivaba corriendo hacia el baño.
Cuando ya hubo cerrado la puerta del baño, Amanda se quitó la ropa hasta quedarse en ropa interior y sacó un jersey negro de lana del armario. Hacía demasiado calor para seguir con la ropa con la que había salido esa mañana. Se puso el jersey, que le llegaba por encima de las rodillas, y se hizo un moño. Escuchó el ruido de la ducha. Seguía teniendo calor, así que abrió la ventana. Abajo, en el patio, había varios chicos jugando al baloncesto. Uno de ellos estaba en su grupo, Bruno.
Se tumbó en la cama y cogió el móvil. Le apetecía escuchar música, así que empezó a buscar alguna. Apoyó el dedo gordo derecho en el título de una canción pero, antes de darle al play, escuchó el sonido de una guitarra en la habitación de al lado. Se quedó con la mirada fija en la pared y escuchó. Alguien empezó a cantar. "She sees the world through TV screens, all of her friends in magazines. But everyday she lives a broken dream, yeah." Se levantó, moviendo la cabeza al ritmo de la música. Sonaba realmente bien, y esa voz... No podía ser la misma que había escuchado en la ducha. En realidad, ¿por qué no?
Empezó el estribillo y a la guitarra se le sumaron unos golpes, dados en una mesa, suponía. Era tan increíble. La primera voz ya no estaba sola cuando, con los ojos llorosos de la emoción, pegó su oído a la pared y apoyo las manos en ella para no caerse. Sonaban realmente bien. Tanto que tenía ganas de llorar y gritar y llamar a la puerta de la 208 y averigüar qué personas podían hacer de la música, tan perfecta y tan clara, algo mejor de lo que ya era.
Pero, en vez de eso, siguió escuchando hasta que acabaron. Cuando la última nota de la guitarra desvaneció por completo, su corazón latía rápido, demasiado.
Se dio la vuelta y, con paso lento, se tumbó en la cama. En ese momento, Andrea salió de la ducha. Amanda la miro, esperando encontrar en sus ojos la misma emoción que sentía en su cuerpo. Pero no vio nada, ni una señal de que hubiera escuchado ni una de las notas de esa canción.
Cogió el móvil, lo desbloqueó y le dio al play. Inmediatamente, la habitación se inundó de la canción que antes había estado a punto de escuchar. Sus ojos marrones claros se abrieron tanto que, por un momento, pensó que se le iban a salir. La canción que sonaba era Beautiful life, de Union J. Exactamente la misma que habían estado tocando los chicos de la habitación de al lado hace unos minutos. "Joder, con el destino", pensó.

viernes, 11 de octubre de 2013

2. 'Aunque tú no lo entiendas, nunca escribo el remite en el sobre por no dejar mis huellas.'

Después de ducharse, mientras se vestía, Andrea le dio una larga explicación a Amanda de por qué tenían que darse prisa en ducharse por las mañanas. De hecho, aún seguía hablando cuando llegaron al comedor para desayunar.
El desayuno era buffet, al igual que la comida y la cena. Cogieron un plato cada una y pusieron dos croissants en él. Había dos máquinas de zumo, pero una de ellas tenía una cola enorme, así que corrieron a la otra. Justo en el momento en el que llegaron, dos chicos se pusieron delante de ellas.
-Mierda -soltó Amanda.- Ahora hay que esperar.
El primer chico cogió su zumo y se fue. Amanda miró al segundo chico. No estaba mal. El chico se dio la vuelta y las miró.
-Podéis coger vosotras primero -les dijo, en inglés. Amanda le sonrió con un "gracias" y cogió su zumo.
El chico del zumo no era inglés, ni español. Probablemente, sería ruso. Mientras Andrea cogía su zumo, Amanda abrió ligeramente la boca para preguntarle el nombre, pero la cerró de inmediato. Mejor que fuese 'el chico del zumo', quedaba mejor.
-Acabo de ver a los españoles, en esa mesa -dijo Andrea señalando una mesa en medio del comedor. -¿Vamos con ellos?
Amanda se encogió de hombros, mientras pronunciaba un "adiós y gracias" en su perfecto inglés al chico del zumo.
Cuando llegaron a la mesa, saludaron a todos y se sentaron con ellos. Damiá, un chico catalán de ojos azules, le señaló a Andrea una silla libre al lado suyo. Ella sonrió y se sentó donde él le había indicado.
-Amanda, tú puedes sentarte aquí, al lado mío -le dijo Gloria, la salamantina de su grupo.
-Claro, gracias.
Amanda respondió, sin saber en realidad que lo hacía. A pocos metros de ellos, en una mesa, estaba sentado ese chico tan guapo de su grupo del que aún no sabía el nombre. Era rubio, alto, sus ojos azules eran preciosos y su piel era igual de blanca que la suya. No estaba segura, pero creía haber escuchado en alguna parte que era escocés. Iba siempre con otros dos chicos, que estaban con él en la mesa en ese momento. Los dos eran mas bajos que él, pero más altos que ella, aunque no mucho, y eran ingleses. El rubio con ojos azules se llamaba Josh y el otro, de pelo y ojos marrones, Oliver.
De repente, mientras miraba exageradamente sin darse cuenta, Josh miró hacia donde estaban ella. Rápidamente, desvió la mirada a sus croissants, pero era tarde, ya la había visto. Por primera vez desde que empezó el campamento, pusieron música en el comedor. Era una canción en español. Se fijó en la letra y, aunque le costó, adivinó cuál era. Una de sus favoritas de El Canto Del Loco, Aunque tú no lo sepas. Una pena que el chico guapo de su grupo, que ahora estaba mirándola y sonriendo, no entendiese la letra, pensó. "Aunque tú no lo sepas, me he inventado tu nombre". Era exactamente lo que sentía.
-Cameron -le llamó Álvaro, el staff de su grupo.
Así que el rubio guapo se llamaba Cameron. Amanda sonrió y apoyó la mejilla en su mano. ¿Había posibilidades de que alguien cómo él se fijara en alguien como ella? Era pelirroja, sí, pero teñida. Tenía pecas, sí, pero no muchas. Su piel era blanca, sí, pero sus ojos marrones, y no estaba tan delgada como las chicas con las que seguramente él había salido. No tenía posibilidades, debía asumirlo.
Álvaro les hizo una seña a Josh y a Oliver para que fuesen a donde estaban Cameron y él. Les dijo algo parecido a "Pensáoslo y me contestáis mañana, ¿vale?". Ellos asintieron con la cabeza. Pero... Álvaro lo había dicho en español. ¿Ellos hablaban su idioma? Al salir del comedor para volver, supuso Amanda, a las habitaciones, Cameron se dio la vuelta y la miró. La miró. Tal vez sí que había entendido la letra de la canción y tenía posibilidades, después de todo.

sábado, 5 de octubre de 2013

1. 'Busca a la chica con la sonrisa rota, pregúntala si quiere quedarse un rato.'


Abrió los ojos y sonrió. Hacía tiempo que no sonreía de esa manera. Cogió su móvil de la balda en la que lo dejó al irse a dormir, al lado de la cama, boca abajo. Pudo ver su funda, aunque borrosa porque los ojos aún no se le habían acostumbrado. Era negra y, en letras blancas, estaba su nombre escrito: Amanda. Miró la hora y la fecha. 7:30. 2 de julio.
Hacía dos días había llegado a un campamento de inglés en Barcelona, dispuesta a pasar las mejores dos semanas de su vida junto a su mejor amiga, Andrea. En ese campamento había gente de todo el mundo: rusos, americanos, españoles, ingleses...
El primer día les dieron una habitación, la 209, que compartían con dos rusas: Anna y Annia. Las dos tenían la misma edad que ellas. La más bajita, Annia, era rubia con ojos azules y su piel era muy blanca. La más alta, Anna, era todo lo contrario. Ella tenía el pelo castaño, del color de sus ojos, y la piel ligeramente morena.
También les habían dividido en grupos. Les habían reunido a todos en el jardín la primera noche y les habían ido llamando por sus nombres y apellidos según en el grupo en el que estaban. Cada grupo lo llevaba un monitor, al que ellos llamaban staff.
Andrea y Amanda se sentaron en la hierba con una chica que acababan de conocer de su misma ciudad, Inma. Ellas pensaban que les iba a tocar en el mismo grupo, pero dijeron el nombre de Amanda y no el de Andrea, en el grupo de Álvaro.
En su grupo había dos españolas (Gloria, de Salamanca, y Lea, de Cataluña), un escocés guapísimo en el que Andrea y ella ya se habían fijado, pero del que no sabía el nombre, uno de Croacia que se llamaba Bruno...
Andrea estaba en el grupo de Toñi, una chica de unos 25 años. En su grupo había dos catalanes (Gerard e Ignasi), una chica muy mona de Nueva York que se llamaba Haley, un chico de California...
Alguien tocó la puerta y gritó un "¡Levantaos!". Eran las ocho y cada mañana a esa hora un staff les levantaba a gritos. Annia se levantó a abrir la puerta, como cada mañana, porque era la que más cerca estaba de ella, y luego, cuando el staff se fue, se volvió a la cama.
Amanda se levantó, cogió su neceser y cerró la puerta del cuarto de baño después de entrar en él. Dejó el neceser en el lavabo y se quitó el pijama naranja y blanco que se había comprado dos semanas antes de marcharse. Se metió en la ducha y empezó a lavarse el pelo con el champú que había dejado en una esquina de la ducha hace dos días, al instalarse.
No sabía por qué, pero siempre escuchaba música cuando se duchaba. Una costumbre, suponía. A Amanda le encantaba cantar y no lo hacía mal, la verdad. Se le había olvidado coger el móvil, así que no podía poner música, pero sí que podía cantar.
-Beauty queen of only eighteen, she has some trouble with herself -empezó a cantar. She will be loved era una de sus canciones favoritas desde hacía ya un tiempo. -I don't mind spending every day out of your corner in the... -De repente paró de cantar. Cerró el grifo y escuchó. Alguien en la habitación de al lado, la 208, estaba cantando a la vez que ella, su misma canción. "¿Me habrá escuchado cantar y al darse cuenta de qué canción era ha seguido cantándola?", pensó.
Era una voz grave. De un chico, seguramente. A Amanda le pareció una voz bonita, clara, perfecta.
La voz se paró justo antes del primer 'she will be loved'. ¿Y si seguía la canción? La siguió. Amanda, intentando no desafinar ni un poquito, cantó el 'she will be loved' más perfecto que había cantado nunca. Él le contestó con lo mismo.
-Amanda, sal. Que falta poco tiempo y yo aún no me he duchado -le gritó Andrea. Tenían que desayunar, habían quedado en el hall para ir a las clases en el edificio de al lado a las 9:15 y ya eran las 8:30.
Amanda salió de la ducha, se envolvió en una de las toallas blancas que había, cogió el pijama que antes se había quitado y abrió la puerta. Inmediatamente, Andrea entró corriendo y cerró la puerta. Ella se rió. Qué chica.